miércoles, 28 de enero de 2015

Una perspectiva humanista del hecho científico.

Detrás de las frías cifras y de los documentos anónimos existen dramas humanos, experiencias vitales, sentimientos y asuntos que trascienden lo material, pues son cosas del espíritu. Quienes hemos profundizado en el estudio de los gastos de ese pedazo de sociedad publica gastronómica denominada Sodercan, a menudo olvidamos que detrás de cada factura engañosamente improcedente, hay un historia de superación y de vocación de servicio público.

Es fácil caer en el chascarrillo, es tentador el efectuar una visión simplista como la que hemos escuchado a menudo: que si eran una banda de tragones que aprovecharon que no pagaba nadie (ya se sabe que el dinero público no es de nadie)  para ponerse hasta las cejas de comer, beber y hasta de fumar.

Nada más lejos de la realidad. Una visión así es injusta por superficial y, lo que es peor, deja sin el merecido reconocimiento este caso de absoluta entrega al servicio público, entrega por parte de destacados miembros del socialismo regional. Una entrega en la que entraron en franca y sana competencia con esa cosa llamada regionalismo, y que concluyó en lo que puede considerarse un empate técnico. Tal era el nivel de los contendientes.



Porque sólo desde una firme vocación y una entrega colosal es posible comer lo que se han comido, beber lo que se han bebido y fumar lo que se han fumado ¡fuera del horario laboral!, porque no debe olvidarse que estos yantares se produjeron, lógicamente, en las horas que el resto de los mortales dedican al descanso y a la familia. ¿No es acaso injusto no reconocer todas las horas que robaron nuestros próceres del progresismo, a sus familias y a su propio descanso, y que hubieron de invertir, por puro servicio público, en comer y beber sin conocimiento?

¿ No es injusto a su vez, dejar de reconocer que, con esta dedicación, claramente más allá del deber, han puesto en peligro su propia salud?. ¿No es acaso de mal nacidos el no valorar el esfuerzo de estos altos cargos, carguillos y carguetes, por sostener el PIB del sector servicios a base de comer más allá de lo aconsejable y de beber más allá de los límites de la razón?

Cantabria les debe mucho. La hostelería les debe más, y nuestra vecina La Rioja les debe un tìtulo, hijos predilectos o algo así, como poco. Escocia les debería al menos un consulado honorífico. Como dijo Churchill nunca tantos debieron tanto a tan pocos.

Y es que no hay que dejarse engañar, porque si las facturas son muchísimas, los comensales no son tantos, y es importante que el volumen de gasto ( gasto productivo, qué duda cabe) no lleve a confusión. Fueron pocos los héroes, y si comieron mucho fue por su gallardía y valor (más valor que Manolete), lo que engrandece aún más la hazaña.

Nuestros profesores colaboradores, en otras entregas,han hecho un análisis cuantitativo de lo comido y lo servido, por ello yo prefiero centrarme en el drama humano, analizando, a titulo ejemplificador,  el rastro documental de algunas de estas gestas.




En el documento hoy analizado - que no es excepcional, sino una muestra tipo de lo que era una digna actividad continuada en el tiempo- cinco de estos héroes de la cosa pública, por el interés general, vense obligados a comer viandas variadas y a beber la nada despreciable cantidad de 3 botellas de viña Pedrosa, 2 chupitos de McCallan ( para los iletrados, se trata de güisqui del bueno), 2 combinados, y varias cervezas para quitar la sed, lo que convierte una simple comilona en una singular proeza.

Sólo desde una estricta disciplina, nacida de la vocación de servicio, se entiende semejante atracón, del que, sin duda, hubieron de derivarse efectos colaterales en la función hepática. ¿Que se excedieron comprándose hasta el tabaco? habría que ser muy despreciable para echar en cara semejante pecadillo a quien ha puesto en riesgo su salud y su tiempo libre por el bien de Cantabria.

No queda ahí la cosa. Pensarán ustedes que esta comida se produjo un viernes y que después se fueron a dormir el exceso etílico, pero no. La fecha corresponde a un miércoles de octubre. Un día cualquiera en la rutina del Alto Cargo. Es decir, que se supone que posteriormente se hubieron de reincorporar a sus respectivas responsabilidades, por lo que no es de extrañar que vendiesen el Racing a algún figurante indio, o que comprasen máquinas obsoletas a precio de estación espacial, pues ya se sabe que bebida y exaltación de la amistad suelen ir unidas. Nadie es perfecto.

El importe es lo de menos, pues el Presupuesto Regional es grande. Para los amigos de la anécdota diremos que se comieron medio salario social.


No hay comentarios:

Publicar un comentario