lunes, 16 de febrero de 2015

El gañote solitario



"La soledad no solo era difícil imaginarla, sino la fuente de todos los desvaríos y maltratos. Solo la muerte, la pérdida de la encrucijada de regreso o la expulsión de la manada podían incubar la soledad viciosa y desesperada".

Hemos tenido que irnos a unas palabras escritas por Eduard Punset, ya que ni los estudios del profesor Gelo Kätil, ni los del profesor asociado Mijail Revillescu tratan en profundidad esta cuestión, la soledad.

Más concretamente la figura del “gañotero solitario”, o SUGNOIDE (En singular).

Y es que no es fácil encontrar especimenes que ejerzan de forma solitaria el arte del sablazo, el gañote, el uso y abuso del dinero público. Una suerte de onanismo gastronómico a cuenta del contribuyente.



Decía el profesor asociado Revillescu, en una clase magistral en la biblioteca “Padrecito Stalin” de la Universidad de Timisoara, que el gañotero, o jeta, disfruta cuando comparte el sablazo. Pero este disfrute no se ciñe solo al hecho de compartir viandas, no, va más allá.

Al gañotero y a sus compinches se les nota el brillo en los ojos, fruto de la tensión por ver quien dará el primer paso de sacar la tarjeta y comprobar, aliviados, qué el colega de la administración  pública es el que “valientemente” se adelanta a pagar sus viandas.



En esa mítica clase magistral, Revillescu contó con el apoyo del Profesor Gelo Kätil, que apostilló que ese comportamiento es, si cabe, mas acusado en el entorno progre puesto que se  refuerza el ego del gañotero público, bajo la primera Ley Fundamental del Gañote que establece que : “El dinero público no es de nadie y su colesterol es de todos”.

Por todo lo dicho,  es muy difícil encontrar un “gañotero solitario” que no pueda presumir.

Cuando se le mostró este extraordinario documento al  profesor Kätil, protagonizado por algún responsable de Sican, Sodercan, Genercan, PctCan, o de cualquier otra empresa pública terminada en CAN controlada por el Psoe de Cantabria en el año 2008, Kätil sufrió un colapso momentáneo.



Estábamos sin duda ante un caso excepcional. Un hallazgo que marca un antes y un después, era el “gañotero intimista”, o también “yonki del gañoteo”.

Se trata de un espécimen sobrecargado de sablazos que busca su “yo interior” y al que el cargo de conciencia por ser tan jeta le lleva a un momento de reflexión espiritual, lo que en las culturas orientales definen como “el gañotero Zen”.

Intenta encontrarse a si mismo y descubrir que te puedes comer una lubina y un plato de verduras a la sal sin que, efectivamente, te importe un pijo que te la tengan que pagar los ciudadanos y que el único “cargo” en el que pienses sea el de la tarjeta de crédito que se ha quedado sin saldo.



Pero también está la vertiente de la dependencia, la enfermedad, la necesidad física de ir a un restaurante de lujo aunque sea solo, y evitar el menú. El gañotero solitario es también un enfermo, incapaz de ir a su casa de vez en cuando y hacerse unos macarrones.

Concluye Punset, “pero en tu pequeño mundo no caben ni la luz ni las sombras; solo hay la oscuridad necesaria para vivir en un mundo traspuesto y fingido”. Y subvencionado añadimos nosotros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario