La bibliografía existente sobre la relación entre el gañotero/jeta y el vino es conocida desde tiempos inmemoriales, en nuestro caso de estudio desde 2003 para ser exactos. Tanto el profesor asociado Mijail Revillescu como el profesor titular Gelo Kätil son expertos en ese campo de investigación. Destaca también por ello Mark Kañón, experto en bebidas espirituosas desde chiquitin, lo que le ha permitido impartir múltiples conferencias bien regadas con el caldo del Dios Baco.
Pero si tenemos un experto en vinos en nuestro plantel de profesores, ese es Gelo Kätil, puesto que en su tesis doctoral Cum Fraude, le dedica uno de los mejores tratados al gañoteo del vino en su capitulo: “Hüle mai firr hire Sabinen Hostiäen vinaten” que se tradujo al español como: “Dejame a mí qué yo se de vinos”.
En este capítulo, el profesor Kätil demuestra científicamente que con lo que más disfruta el gañotero público es cuando el Metre ofrece la carta de vinos. Es sin duda un momento en el que el gañotero, en palabras del propio Kätil ,“lo da todo y se viene arriba”.
Es cierto que la selección de los caldos responde a diversas motivaciones gañoteras, pero todas con el mismo objetivo: presumir de saber ¡qué cojones son los taninos! Y siempre con la seguridad de que el resto de comensales gorrones no podrán poner en duda tus conocimientos puesto que, entre otras cosas, ellos no van a pagar el sablazo.
Y para presumir de “saber de vinos” curiosamente no hay que tener ni puñetera idea, salvo un poco de jerga y buena vista, existen diferentes motivaciones en el gañotero progre a la hora de elegir el vino, la primera haber oído el nombre del vino en la radio cuando escuchas el fútbol: Quien no ha oído un ¡Viña Pedrosa! Entre gol y gol de la Liga adelante de fútbol.
Otra forma de quedar como un Rey es elegir un vino por su nombre pegadizo, y si has tenido una reunión en Sodercan para presumir que a la izquierda le preocupa el tema de I+D+i que mejor vino a elegir que uno que se llame “D mas D” aunque no sepas si es tino, si es blanco o si tiene color....
Luego están los gañoteros que sin tener ni puñetera idea de vinos eligen según el precio, evidentemente que menos que 20 euros por botella como mínimo y, si aplicas una regla nemotécnica, te puedes acordar las próximas veces que tengas otro gañote. De esta manera si pides un “Cepa 21” te acuerdas que es vino por lo de cepa y que cuesta más de 20 euros por lo de 21, de esta forma ya sabes que pedir la próxima vez que vuelvas al garito a dar un sablazo.
Luego están los que eligen los vinos por su procedencia. Cuando el gañotero pide, por ejemplo, un Santenay (Chardonnay) se le hace el culo gaseosa cuando intenta explicar, a los otros jetas que comparten mantel, que se trata de un vino de Burdeos elegante, profundo, lleno de fruta, con tonos minerales en boca y lo más importante que cuesta más de los 21 euros de la regla básica del gañotero.
Otra posibilidad es elegir un nombre en latin, eso es infalible, nadie pondrá en duda la elección de un vino que se llame Malleolus 05 o Numanthia y menos cuando cada botella de semejante caldo cuesta más de 40 euros por Vidrio. Facturas que hemos colocado al inicio de este post.
Si el gañotero añade la frase: "es un magnifico vino color cereza picota, con aromas de regaliz y tierra y con taninos maduros", ya tienes a tus pies al resto de la mesa y pensarán : es socialista pero como se nota que ha viajado y ha bebido a costa de nuestros impuestos.
Nos explicaba el Profesor Kätil, mientras el profesor Revillescu escuchaba salivando, que hay otros muchos factores satisfactorios par un gañotero a la hora de pedir el vino pero que sin ningún género de duda lo más satisfactorio para un gañotero es que al final de la comida, los 30 ó 40 euros de cada botella que se beba los pagarán los que hayan leído este post.